“El viento trajo langostas. Cubrieron la tierra de un extremo al otro, y fue tal plaga que nunca se vio nada parecido, ni se ha vuelto a ver desde entonces. Se comieron la vegetación que quedó del granizo. No se veía ni una sola mancha verde, ni plantas ni árboles”. Así hubiera sido, en Vide Entre Vinhas. Al igual que la plaga bíblica de langostas, el pueblo fue castigado con una nube de insectos que diezmó los campos agrícolas. Sin explicación para este fenómeno –sólo Vide Entre Vinhas resultó afectada, los pueblos vecinos resistieron ilesos–, la población no tuvo otra alternativa que arremangarse, empezar de nuevo… y rezar para que una plaga así no volviera a ocurrir. Así nació la fiesta en honor a Nuestra Señora de los Verdes, que el pueblo devoto comenzó a organizar anualmente, en febrero. Bajo la protección divina, los campos volvieron a florecer. Y Vide Entre Vinhas se reafirmó con una economía centrada en la tierra. Allí se sigue produciendo vino, además de patatas, frijoles, cebollas y quesos artesanales tradicionales. Para observar los cuidados campos y admirar el paisaje hasta donde alcanza la vista, recomendamos escalar Penedo do Bico, Penedo Gordo o Pedra do Casamento. Este último fue alguna vez un lugar de peregrinación para chicas solteras. Cuenta la leyenda que, para saber su suerte, las niñas debían arrojar una piedra a lo alto de la roca: si la piedra caía, estarían condenadas a quedarse solteras. Y en Vide Entre Vinhas no se juega con la suerte.