Acerca de
Vide
Hay un secreto escondido en las tierras de Vide. Y los pastores –los pocos que se aventuraron por los difíciles caminos entre las montañas, en un pueblo al que el primer camino llegó recién en el segundo cuarto del siglo XX– lo custodiaron durante siglos. Las llamaron “huellas de moros”, ignorando que sus orígenes eran mucho más remotos: allí, en el municipio de Seia, está grabado uno de los mayores conjuntos de grabados rupestres prehistóricos nacionales.
Sí, Vide ha estado habitada desde el Paleolítico Superior, como lo demuestran los descubrimientos arqueológicos realizados a principios del siglo XXI, que dieron origen al Centro de Interpretación del Arte Rupestre local. Sin embargo, el pueblo que conocemos hoy no empezaría a tomar forma hasta el siglo XVI, partido entre las dos orillas del río Alvoco y dividido entre dos montañas: de un lado, la Serra da Estela; por el otro, la sierra de Açor, unida por un antiguo puente medieval.
Pues bien, en un pueblo centenario, la historia sigue viva en cada rincón. Desde la iglesia principal (colgando sobre el río desde hace 300 años), pasando por las casas de esquisto –la casa más antigua data de 1734, y es un ejemplo de la arquitectura tradicional local, con un balcón cubierto en el primer piso–, hasta las antiguas fuentes. , hasta los molinos o el crucero, hay varios ejemplos que prueban la antigüedad del lugar. Parte de estos recuerdos se cuentan en el Lagar do Ribeiro, uno de los seis que existieron y ahora transformado en espacio museístico.
Saliendo del pueblo, conviene disfrutar de lugares como las cascadas de Cabouqueiras, en el pueblo de Balocas, una cascada natural en la cuenca de Alvoco, desde la que se puede contemplar un espejo de agua con forma de ojo, que según antiguas creencias se dice que no tiene fondo...hasta el mar.
Ciertamente no es el mar, pero en verano es una delicia para los veraneantes, pero son los icónicos Poços de Broca en los pueblos de Barriosa, Frádigas y Muro, sorprendentes cascadas hechas por el hombre para uso agrícola, que tan bien encajan en El paisaje: un lugar con secretos de la naturaleza que ni siquiera las montañas pueden ocultar.