Acerca de
Alvoco da Serra
Tan pronto como los días amanecieron cálidos, las noches cayeron centelleantes en las laderas de Alvoco da Serra. Decenas de luces danzaban silenciosamente sobre las tierras de cultivo en un espectáculo único, observable desde la aldea belenista del municipio de Seia. Los niños -espoleados por historias de brujas y encantamientos- se escondían en las casas de granito, mientras los adultos los seguían decididos: al fin y al cabo, la danza de las luces significaba que el día aún no había terminado.
Era el riego de los campos (iluminados por lámparas) lo que pintaba la naturaleza y daba vida al mágico paisaje. En aquella época, el agua -esencial para la agricultura (la principal actividad de la población, incluso hoy en día), pero también para accionar molinos y fábricas de lana- era el motor de Alvoco da Serra y las reglas de la vida comunitaria dictaban que el preciado líquido se gestionara con cuidado, en "turnos de agua" informales, noche y día.
El pueblo llegó a albergar tres fábricas y varios talleres. Los tiempos han cambiado, las industrias han cerrado y las luciérnagas de la ladera de la montaña son cada vez menos frecuentes. Pero la población, decidida a preservar la cultura local, aún se empeña en salir a la calle, lámpara en mano, al menos una vez al año durante las Fiestas del Solsticio (junio).
Los recuerdos de la vida de antaño también están vivos en la Casa Museu de Alvoco da Serra y en las centenarias calles del pueblo. Pasear por ellas (apreciando la "Casa do Barão" o la capilla medieval de São Pedro, por ejemplo) es una experiencia memorable en sí misma. La sabiduría popular dice: "A quien no le gusta Alvoco le falta alma de artista; o no sabe mucho de ella o es muy corto de vista".